Argentina, elecciones agravan problemas en economía. Resultados en Argentina de elecciones primarias presidenciales impactan en la frágil economía acelerando pauperización en todos los sectores.
Argentina elecciones economía
Por Mauricio Runno
No hay un solo indicador en la economía de Argentina que convoque a vislumbrar una salida a la peor crisis del país en el siglo XXI. Y lo que asomaba como luz de esperanza en el juego democrático de las elecciones primaras del domingo último ni siquiera ha dado alivio a un tejido social que agobiado y sin objetivos, da más temores e incertidumbres.
El triunfante candidato de la extrema derecha Javier Milei ha tocado la fibra más emotivo de los argentinos pero, al igual que los colegas a los que critica, no ofrece ninguna clase de futuro armónico. Por el contrario, su propuesta en economía es un compendio de generalidades que se esconden en su idea de dolarizar el país. Completaría así un anhelo que no pudo cristalizar el ministro de Menem en los 90.
Domingo Cavallo, economista y académico como Javier Milei, no pudo sostener lo que en Ecuador hasta el día de hoy rige en economía. La unanimidad de los electores que han dado el destino del pais a una figura que no es lo que dice, retrotrae a la Argentina a otra parte de su pasado.
Demasiado pasado habita la Argentina aunque ahora el vocero del «anarco capitalismo» escucha rock y lucha en la arena de la política. Domingo Cavallo era un ministro que careció de ambas virtudes y talentos. Y ahí está Milei, asumiendo ahora una realidad a la que suele cancherear, como sobrar, en una repetida actitud de mesianismo que ya ha sido agotado como recurso por el peronismo «sincrético».
DT
Si Milei es una suerte de DT al estilo de Scaloni ni sueñen con un campeonato del mundo. No solo no hay un Messi en su equipo, sino que los jugadores de su «revolución turra» ni siquieran son de la división B. Y peor: la mayoría jamás ha pisado un campo de juego. El entusiasmo juvenil quizá se explicaría por la misma crisis cultural y educativa absolutamente terminal y que produce ejércitos de «entusiastas» (y también «indignados»).
Diputado Milei
El diputado Milei, sí, es diputado marginal tal como lo era Bolsonario antes de convertirse en presidente de Brasil, tiene tantas chances como cualquier político de la corporación para ser el próximo presidente.
El encarna al capitán de un barco que no existe, en un río que tampoco ha dejado rastros por la sequía y con una tripulación que tal vez sea la de un viaje estudiantil. Es una escena que recuerda el delirio profundo de Apocalipsis Now. Kurtz. El corazón de las tinieblas. Así se llama el libro que desató una película fundamental. Conrad es su autor, Joseph.
Si gana Milei, además, sus peores ideas en el terreno social, cultural y educativo podrían ser más contraproducentes que las de su aventura económica, sin sustento con ninguna realidad, más allá del íntimo romance de Milei con escuelas de teoría de la economía que no han bajado al planeta todavía.
Milei dice querer parecerse a Alberdi, un liberal clásico del siglo XIX y que es el padre de la Constitución de Argentina.
Ninguna persona decente discute el ideario y la actitud fundante de Alberdi. Pero es probable que si Milei pudiera conversar con Alberdi sobre su plataforma política, diría Alberdi que este sujeto es retrógrado, un remanente de mito escandinavo o directamente vikingo.
Si Argentina antes de votar tenía problemas de larga data que el populismo alentó con un glosario de los años 70, retrógrado, vetusto y escaso de brillo, desde esta semana Javier Milei ha renovado el carné con la Historia, apelando al viejo truco de ser lo nuevo cuando el chiste es tan viejo que permite cada cierta fase histórica contarlo otra vez, ante nuevos e ingenuos auditorios.
Ideologías
En Argentina vale todo para evitar el trabajo, pero no así el cobro. Es un extraño talento que a veces requiere de más energía que la que se emplearía en trabajar. Una veleidad del tiempo de la Argentina potencia que tanto recuerda Milei. Las épocas en que los Anchorena vivían en la Avenue Foch en Paris, cuando eran lo más granado y exótico de los salones europeos antes de la guerra del 14 y, literalmente, tiraban manteca al techo como picardía y ostentación (era una inspiración para las perfomances del poeta Peralta Ramos medio siglo después).
Los cuentos de la gauchesca hablan sobre el «plato» nacional: el asado. Y se admite la coincidencia entre esos autores de que se trataba de una gastronomía básica y elemental: tirar al fuego carne y, a veces, darla vuelta, para comer en esa pampa que siempre fue un cielo verde invertido. Y no mucho más: tirar una carne cerca del suelo, cerca del fuego, y esperar a que se hiciera el milagro de la cocción.
Flow
El exótico electorado que sigue a un economista que recién quiere hacer política, que se declara de extrema derecha y lo bien que hace en no esconderlo, podría ser una de las renovadas actitudes del gaucho argentino. Dejaron el facón por el celular, las boleadores por esas sudaderas lamentables en las que reposan los objetos personales, la payada está en desuso porque requiere de concentración, astucia y gracia pero ellos tienen el «flow».
Ayer, los gauchos tirando carne al asador por la facilidad de meterle sólido al estómago. Hoy, los jóvenes, tirando los votos a favor de Milei: el menor esfuerzo, la menor conciencia, y el espíritu de rebaño que los potencia. Pertenecer a algo. Y si eso fracasa dirán que fueron engañados.
Jóvenes que creyeron que la tienen muy clara en asuntos morales, dilemas estéticos, conocimiento universal. Que todo ha sido un fracaso en el último medio siglo. O el siglo entero. No saben quién es Piazzolla, saben de Charly García que era medio bardero, que les hablas de Troilo y creen que es un jugador de fútbol, que Mercedes Sosa era simplemente comunista y Luca un fucking pelado borracho agreta que tenía una voz distinta.
Si esto será el nuevo país y si hubiera un peso en la reservas del Tesoro, pediría que me devuelvan el dinero de la entrada.
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