Chile, el lado oscuro en industria del salmón. A medida que la industria de la cría de salmón en Chile se expande también lo hace su impacto en el medio ambiente. Qué se pierde.
Chile industria salmón
Agua perdida, cultura perdida: el lado oscuro de la industria del salmón en Chile. A medida que la cría de salmón se expande por todo el mundo, también lo hace su impacto en el medio ambiente, que abarca desde la contaminación del agua hasta la destrucción del hábitat y la propagación de enfermedades.
En nuestro país la industria del salmón también amenaza los derechos humanos de los pueblos indígenas.
Si su empresa europea de productos del mar importa salmón de Chile, se enfrenta a riesgos ocultos. Evitar la degradación ambiental o las violaciones de los derechos humanos comienza por comprenderlos.
Aunque las especies de salmón cultivadas en Chile no son nativas, el país se ha convertido en el segundo mayor productor de salmón de cultivo del mundo, después de Noruega.
En 2023, la industria del salmón de Chile se clasificó como su segunda mayor exportación, valorada en USD $ 6,5 mil millones, con 1.017,713 toneladas métricas exportadas.
Si bien los mayores importadores son Estados Unidos (32,7%), Japón (17,7%), Brasil (17,6%), Rusia (6,1%) y China (5,6%), también son consumidores países de la UE como España, Francia, Alemania, Polonia y Bélgica.
Salmones patagónicos
La industria del salmón en Chile ha aumentado su producción con un alto costo ambiental y social, particularmente en la Patagonia, una región de aguas prístinas y fiordos en el sur del país, hogar del pueblo Kawésqar, descendientes de pescadores y recolectores nómades que han habitado estas tierras durante más de 6.000 años.
Solo dentro de la Reserva Nacional Kawésqar, operan 67 granjas de salmón, que causan daños como contaminación química y cambios en el fondo marino, según las comunidades locales.
“Los centros de engorde -la etapa de producción del salmón en el mar- generalmente se ubican en lugares que son ambientalmente muy valiosos, como fiordos o lugares donde las condiciones climáticas son adecuadas, donde hay mucho oxígeno, vida marina, donde hay menos viento. Pero el problema es que esta producción empieza a liberar muchos residuos: de alimentos pero también de antibióticos”, afirma Macarena Martinic, abogada de la ONG Fiscalía del Medio Ambiente (FIMA).