Chile, legado de Pablo Neruda intacto en Francia. Presidente de Francia Emmanuel Macron, rindió homenaje a Pablo Neruda en la antigua casa del poeta en Santiago durante visita a Chile.
Chile Pablo Neruda Francia
Por qué el legado del poeta de Chile Pablo Neruda perdura en Francia. El presidente francés, Emmanuel Macron, rindió homenaje a Pablo Neruda en la antigua casa del poeta en Santiago.
El mandatario francés destacó el vínculo duradero entre el premio Nobel y Francia. Esta conexión, que comenzó hace más de 80 años, fue tanto literaria como política, y Francia sirvió como refugio y plataforma para la voz de Neruda durante momentos cruciales de su vida.
El presidente Emmanuel Macron y su esposa Brigitte rindieron homenaje a Pablo Neruda durante una visita privada a La Chascona, la histórica casa del poeta en Santiago de Chile, el miércoles. Esta visita, parte de la gira latinoamericana de Macron, destacó el profundo vínculo entre Neruda y Francia, una nación que continúa honrando la influencia del poeta a través de escuelas, bibliotecas e instituciones culturales que llevan su nombre.
Hace casi un siglo, Pablo Neruda llegó a París, una ciudad que marcó su trayectoria poética y política. Stéphanie Decante, profesora de literatura hispánica en la Universidad de Nanterre, que tradujo y editó las obras de Neruda, dijo que Francia había sido el máximo símbolo de la libertad intelectual para muchos escritores latinoamericanos.
“Para América Latina, Francia era la Ciudad de la Luz, el centro de la cultura, en contraste con España, que estaba política y culturalmente contaminada por el colonialismo”, dijo.
Neruda literatura
La fascinación de Neruda por la literatura francesa comenzó temprano. Mientras estudiaba en la Universidad de Chile, se sumergió en las obras de poetas franceses como Arthur Rimbaud y Victor Hugo, inicialmente con la intención de convertirse en profesor de francés.
El reconocimiento temprano por su poesía le trajo respeto entre los intelectuales chilenos, pero el dominio cultural de Europa hizo de París la máxima aspiración. «¿Qué estás haciendo aquí? Debes ir a París», recordó que le preguntaban extraños en sus memorias.
Cuando Neruda conoció París por primera vez en la década de 1920, se unió a una ola de escritores latinoamericanos atraídos por su escena de vanguardia, como el poeta y escritor peruano César Vallejo. En la década de 1930, Neruda entabló amistades duraderas con los poetas franceses Paul Éluard y Louis Aragon, cuya influencia amplió sus horizontes literarios.
Aragón, en particular, desempeñó un papel fundamental en la introducción de Neruda al público francés, facilitando la publicación de «L’Espagne au cœur» (España en el corazón) en 1938. Esta colección, publicada en círculos comunistas, posicionó a Neruda como un poeta políticamente comprometido. En décadas posteriores, su obra sería publicada por la prestigiosa editorial Gallimard.
«Pasó de un marco políticamente cargado vinculado al Partido Comunista a estar representado por una editorial que lo transformó en un poeta más universal», explicó Decante.
Pablo Neruda París
Pablo Neruda se vio profundamente afectado por la Guerra Civil Española (1936 a 1939), un conflicto brutal entre el gobierno republicano y las fuerzas nacionalistas de Francisco Franco que condujo a la dictadura franquista. Esta lucha fundamental se convirtió en un foco central de los esfuerzos políticos y literarios de Neruda.
En París colaboró con la escritora británica Nancy Cunard para fundar la revista literaria «Les Poètes du Monde Défendent le Peuple Espagnol» (Los poetas del mundo defienden al pueblo español). Las ganancias de la publicación financiaron la ayuda humanitaria para quienes sufrieron bajo el régimen de Franco, ejemplificando la convicción de Neruda de que la poesía y la política podían unirse para servir a la justicia y la humanidad.
En 1939, el compromiso de Neruda dio un giro histórico cuando casi 500.000 republicanos españoles, incluidos soldados y civiles, cruzaron la frontera francesa tras la caída de Cataluña. Como Francia no estaba preparada para una afluencia tan grande, los refugiados se encontraron en condiciones terribles y muchos fueron forzados a ingresar en campos de internamiento.
Como cónsul de Chile para la inmigración española, Neruda encabezó una audaz misión de rescate, organizando el viaje de más de 2.000 republicanos españoles a Chile a bordo de un barco llamado «Winnipeg». Más tarde describió este esfuerzo como «la misión más noble (que había) emprendido jamás» y su «poema más hermoso».
Los vínculos de Neruda con Francia se profundizaron durante su exilio. En 1948, el gobierno de derecha de Chile, encabezado por el presidente Gabriel González Videla, lo acusó de subversión debido a sus afiliaciones comunistas. Obligado a huir, Neruda se embarcó en un viaje a Argentina y, finalmente, a Francia.
En París, resurgió como un símbolo de la resistencia. La llegada de Neruda al Congreso Mundial de Fuerzas de Paz causó revuelo cuando apareció sin que nadie se lo pidiera, libro en mano, para leer uno de sus poemas.
“Muchos pensaron que estaba muerto”, escribió más tarde en sus memorias. “No podían imaginar cómo había esquivado la implacable persecución de la policía chilena”.
Las autoridades chilenas rápidamente negaron su fuga, alegando que no había forma de que Neruda hubiera salido del país. El poeta no se dejó intimidar.
“Digan que no soy Pablo Neruda, sino otro chileno que escribe poesía, lucha por la libertad y también se llama Pablo Neruda”, bromeó ante la prensa francesa.
Durante su exilio, Neruda fue acogido por la comunidad internacional. Figuras como Pablo Picasso y Louis Aragon le brindaron protección y asistencia, ayudándolo a navegar por las complejidades de la burocracia francesa.
Legado chileno
En 1952, la situación política en Chile cambió y Neruda pudo regresar a su país. Sin embargo, sus vínculos con Francia perduraron. De 1970 a 1973, fue embajador de Chile en Francia durante la presidencia de Salvador Allende, lo que consolidó aún más el vínculo con el país que le había ofrecido refugio durante sus años de exilio.
En su discurso de aceptación del Premio Nobel en 1971, Neruda aprovechó la oportunidad para celebrar una vez más la cultura francesa, citando a Rimbaud: “Solo con una paciencia ardiente podemos conquistar la espléndida Ciudad que dará luz, justicia y dignidad a toda la humanidad”.