Control de la ira, cómo gestionarla

Control de la ira, cómo gestionarla. Trucos para la gestión de la ira desde las reflexiones que nos aporta la inteligencia emocional. Gretchen Rubin afirma que “expresar agresivamente la ira no la alivia, sino que la amplifica”.

Control de la ira

Hay cosas que deben leerse más de una vez. No porque sean confusas, sino justamente para comprender su alcance y profundidad. Es el caso que la especialista define como “la creencia de que la infelicidad es desinteresada y la felicidad es egoísta. Es errónea. Es más desinteresado actuar de manera feliz. Se necesita energía, generosidad y disciplina para ser infaliblemente alegre, sin embargo, todos dan por sentada la persona feliz”.

Gretchen Rubin afirma que “expresar agresivamente la ira no la alivia, sino que la amplifica”. La receta para gestionarla sería “no expresar enojo a menudo facilita que desaparezca sin dejar rastros desagradables”.

La especialista insiste que “nadie es cuidadoso con los sentimientos de esa persona feliz o que trata de mantener su espíritu en alto. Porque parece autosuficiente y se convierte en un cojín para los demás. Y como la felicidad parece no forzada, esa persona generalmente no obtiene ningún crédito”.

Este punto responde a la actitud negativa que las personas tenemos en cuanto a valorar más lo que nosotros hacemos y/o decimos de lo que los demás hacen o dicen. Aquello de que coloquialmente se dice que “nos queremos mucho más de lo que nos merecemos”.

Rubin afirma que “se trata de vivir el momento y apreciar las cosas más pequeñas. Rodeándote con las cosas que te inspiran y dejando atrás las obsesiones que quieren dominar tu mente. Es una lucha diaria a veces y un trabajo duro, pero la felicidad comienza con tu propia actitud y cómo miras el mundo”.

En su filosofía los malos hábitos son nocivos para nuestra salud mental, porque evidentemente nos llevan a cometer errores. Hacemos juicios que no debemos y presuponemos cosas que terminan siendo fallidas.

Rubin enseña que debemos convivir no sólo del éxito sino del fracaso, porque cuando alcanzamos el primero, ha habido seguramente algunos actos fallidos en el camino, a veces errores inconscientes, pero en realidad deben contar cada uno de éstos como un eslabón en la cadena de las oportunidades que la vida nos presenta cada día.

Rubin no cree en la felicidad como algo implícito, sino que debemos esforzarnos en su logro. “Cuando pensé en por qué a veces era reacia a presionarme a mí misma, me di cuenta que era porque tenía miedo al fracaso. Y para tener más éxito tenía que estar dispuesta a aceptar más fracasos”.

Esto corrobora que en el largo camino del éxito la aceptación de los errores debe ser algo natural. Y aprender a convivir con ello.

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