Daniel Ortega, el tirano sin futuro en Nicaragua. La vara de Daniel Ortega en Nicaragua es medir la democracia con armas. Eso es una locura, pero viniendo de él, tiene sentido: el aspirante a dictador se quedó sin futuro.
Daniel Ortega futuro Nicaragua
Por Enrique Saenz
Es una tarea ingrata referirse a los discursos de Ortega, pero hay que hacerlo. Si bien su uso de una verborrea agotadora y las interminables repeticiones de su absurda interpretación de la historia son cada vez menos efectivos, incluso para sus propios seguidores, la lucha política por la democracia exige desenmascarar todos los engaños que vocifera.
Entonces, permítanme proceder a exponer sus dos discursos de la semana pasada.
La «cloaca» de la OEA
Permítanme comenzar con sus ataques contra la OEA. Una y otra vez Ortega arremetió contra la OEA, seguramente enojado porque solo dos gobiernos lo apoyaron en la reciente reunión del Consejo Permanente: una pequeña isla caribeña y sus compañeros bolivianos.
Lo llamó una «alcantarilla». Pero en lugar de referirse a Nicaragua, mostró su amargura, evocando más bien la separación de Cuba de la organización interamericana, hace 60 años. También repitió los mismos ataques contra el control que supuestamente ejerce Estados Unidos sobre el organismo Continental.
Evidentemente, Ortega no mencionó varios hechos que, para los olvidadizos, es mejor ignorar.
En ningún momento mencionó que, en 1979, el padre Miguel D’Escoto, ocupando el asiento que le asignó la delegación panameña, y hablando en nombre del Frente Sandinista, clamó por el apoyo de la OEA. Participó en los debates que llevaron a la resolución exigiendo el reemplazo inmediato y definitivo del régimen de Somoza. El tirano, parece haber olvidado ese episodio.
Ortega también olvidó hechos más recientes como el acuerdo que firmó con [el secretario general de la OEA] Luis Almagro para llevar a cabo reformas electorales. Asimismo, el sonriente encuentro que sostuvieron luego del circo electoral que organizó Ortega en noviembre de 2016. En ese momento, gozó de la indulgencia de la comunidad internacional que apartó la mirada de sus excesos.
Tampoco recordó que, en julio de 2018, su propio representante ante la OEA copatrocinó con Estados Unidos la resolución que permitió al Consejo Permanente abordar la crisis nicaragüense. Es importante repetirlo: el propio Ortega copatrocinó y votó a favor de la resolución que permitió a la OEA promover una salida a la crisis política nicaragüense.
¿Por qué antes no era una alcantarilla y ahora lo es?
Libre comercio
Ortega también arremetió contra el libre comercio y, refiriéndose a los países desarrollados, gritó: “Para ellos, sí, Mercado Libre, que hagan lo que quieran”.
Pero no hizo una sola mención al tratado de libre comercio CAFTA firmado con Estados Unidos, ni al Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Ambos tratados internacionales permiten que las exportaciones nicaragüenses ingresen a estos mercados en condiciones preferenciales.
Si estas relaciones comerciales irritan tanto al tirano, ¿por qué no rompe esos acuerdos?
Puedo recordar a los olvidadizos, que gracias al CAFTA, más de 100.000 trabajadores nicaragüenses, en su mayoría mujeres, tienen trabajo en las zonas francas. Es cierto que en Centroamérica se pagan los salarios más bajos, y también vale la pena señalar la audacia de la dictadura: atraer inversionistas extranjeros —expresión conspicua del imperialismo—, promoviendo precisamente los bajos salarios impuestos por el Ministerio de Trabajo como una ventaja compartimental para las empresas.
También es de destacar que el 50% de las exportaciones nicaragüenses van a Estados Unidos bajo el CAFTA. ¿Por qué, en cambio, no promueve las exportaciones a Venezuela, Irán, Cuba, Rusia o China?
Miles de productores y exportadores de café, queso, frijoles, maní, tabaco, caña de azúcar, ganado… viven de las exportaciones a Estados Unidos. Son competitivos gracias al trato preferencial, porque en los 15 años de Ortega en el poder, el país no ha avanzado un paso en materia de competitividad y modernización tecnológica.
Ni bajo Somoza, ni con los gobiernos neoliberales, la economía nicaragüense ha dependido tanto de la economía de Estados Unidos como hoy, con el antiimperialista Ortega. Al menos el 45% del PIB depende de Estados Unidos.
El capitalista salvaje habla de capitalismo salvaje
También despotricó contra el capitalismo salvaje. La misma persona que impuso un capitalismo rapaz en el país, peor, mucho peor, que los gobiernos que le precedieron. Un capitalismo rapaz que a través de abusos, fraudes e impunidad lo convirtió en el hombre más rico de Nicaragua y uno de los más ricos de Centroamérica.
El mismo capitalismo rapaz que para promover las inversiones extranjeras exhibe la pobreza de sus trabajadores como principal ventaja del país. El mismo personaje que desde sus negocios de electricidad y combustibles exprime los bolsillos de los nicaragüenses, consumidores y empresarios, con las tarifas energéticas más altas de Centroamérica y los precios de combustibles más altos de la región.
Ortega dice que el capitalismo salvaje genera desigualdad y pobreza. Y es verdad. Entonces, que comience por desterrarlo de Nicaragua.
Mentiras y tonterías
Como es habitual, las mentiras no faltaron [en sus recientes discursos]. Descuidadamente, afirmó lo siguiente: «… comenzamos a alfabetizar hasta que pudimos reducir totalmente el analfabetismo». Tendríamos que invitarlo a ver las cifras de la UNESCO de hoy. Según esa organización, el analfabetismo ronda el 20% de la población.