Dorfman comparó la agonía de EEUU con la transición chilena

Dorfman comparó la agonía de EEUU con la transición chilena

Pide que EEUU inicie una «transición hacia la democracia»

En un texto de opinión publicado en el izquierdista medio argentino Página 12, el escritor chileno Ariel Dorfman expresó que «la proclamación oficial por el Congreso de los Estados Unidos de que Joe Biden será el próximo presidente de su nación, ha llenado de alivio a millones de sus conciudadanos, especialmente después del intento insurreccional de los partidarios de Trump para mantener a su Fuhrer en el poder. Por mucho, sin embargo, que celebremos la derrota de esa asonada fascista y el término de la larga noche afiebrada sobre la que reinó Trump, hace falta recordar que otras pesadillas nos esperan».

«No se trata simplemente del daño y dolor que seguirá infligiendo este jerarca furibundo en los pocos días que le restan de mando ni de la influencia maléfica que ha de ejercer después de haber abandonado la Casa Blanca. Ni tampoco se trata del desastroso legado que deja tras sí: una pandemia que empeora, un medio ambiente degradado, la convivencia y normas cívicas trastornadas, un país corroído por la injusticia racial y el odio contra los inmigrantes. La pesadilla más persistente es que, ignorando la corrupción, inclemencia y mendacidad perpetua de Trump, sobre 74 millones de votantes descarriados estuvieron a punto de reelegir a un tal psicópata u que algunos de ellos, peligrosamente armados, están dispuestos a ejercer la violencia para imponer su punto de vista. Aún más preocupante es que cuando Joe Biden y Kamala Harris se hagan cargo del gobierno el 20 de enero van a heredar una democracia gravemente herida».

«Es cierto que la democracia estadounidense funcionó bien y que los esfuerzos insensatos y ridículos de Donald y sus acólitos para menoscabar el proceso electoral y desechar la victoria de su rival fueron desechados, incluso por jueces que el mismo Trump había designado para proteger sus intereses».

«Pero aplaudir de que en esta ocasión los fundamentos del sistema democrático no hayan cedido ante las tentativas autoritarias, no significa cegarse ante la amplitud de la emergencia por la que atraviesa esta nación».

«Esta es una América donde nueve jueces de la Corte Suprema – elegidos por un Senado no representativo – pueden deshacer los derechos obtenidos durante décadas de lucha por mujeres, víctimas, trabajadores, minorías, periodistas y sindicatos. Esos mismos magistrados han permitido que el medio ambiente haya sido devastado para beneficio de consorcios y que las corporaciones puedan afectar elecciones y legislación con colosales flujos de dinero. Es una América donde una indecente acumulación de riqueza por parte de un pequeño grupo de empresarios y financieros ha engendrado desigualdades aberrantes que siembran la desesperación en vastos sectores de la población, llevando a que innumerables hombres y mujeres clamen por algún salvador falaz y populista que los rescate».

«Ante un panorama tan desolador, ¿no será el momento para preguntarse si hace falta que la patria de Lincoln comience una transición a la democracia?»

«Al proponer una transición a la democracia en los Estados Unidos, estoy, sin duda, influido por mis orígenes chilenos. He visto lo que le pasa a un país que es incapaz de concluir una transición democrática irrefutablemente necesaria y constantemente aplazada. Los chilenos logramos en 1990, después de 17 años de dictadura, recobrar el derecho a determinar nuestro propio destino pero no pudimos desplegar una estrategia común para presionar a nuestros líderes – que también, como en los Estados Unidos hoy, afrontaban tareas inmensas y apremiantes – para que avanzáramos hacia una democracia que no estuviera mancillada por las amarras y cadenas de Pinochet. Los residuos del antiguo régimen estrangularon las tentativas, siempre imperfectas, para efectuar indispensables reformas económicas, sociales y políticas».

«Sólo ahora, 30 años más tarde, ha podido la nación chilena, incitada por una revuelta popular multitudinaria que casi derriba al gobierno de Sebastián Piñera, abrirse paso a una convención constitucional donde los verdaderos protagonistas de la historia van a establecer una forma de gobierno que garantice justicia e igualdad para todos».

«Esperemos que no haya que esperar 30 años, e incontables sufrimientos adicionales, para que el pueblo de los Estados Unidos reconozca que su democracia menoscabada también requiere transitar hacia formas superiores y plenas de participación popular».

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