Giuliana Furci, bióloga de Chile se especializa en hongos del país. La primera micóloga de Chile, Giuliana Furci, ha escrito guías de campo y, en 2012, lanzó la Fundación Fungi, para expandir estudios sobre los hongos.
Giuliana Furci hongos
«Mi trabajo se trata realmente de hacer justicia a los hongos, reconociendo su papel esencial y fundamental», sostiene Giuliana Furci. «Son los organismos más geniales e importantes de la Tierra. La vida en la Tierra no existiría como la conocemos sin ellos. Pero no se reconocen», admite.
Hablando desde su casa en Santiago, Furci se describió a sí misma como una «producto del exilio». Es que nació y se crió en Londres después que su madre chilena, estudiante y miembro del Partido Socialista, fuera obligada a huir por la brutal dictadura de Pinochet. Tras el regreso de la democracia en 1990, la familia se mudó a Chile cuando ella tenía 15 años. «Los hijos de los exiliados son una generación de gente desarraigada», afirma.
«Siempre estuve interesada en retribuir, ya sea a la humanidad o a la Tierra», dijo. Aunque llegó a los hongos por casualidad, estos organismos esenciales pero poco apreciados encajaban naturalmente.
«Los hongos son los recicladores, los descomponedores; se aseguran que la energía fluya siempre en los ecosistemas», declara. «Los hongos permiten que las plantas vivan fuera del agua [proporcionando nutrientes y humedad a cambio de azúcares producidos por la fotosíntesis]. Permiten que los animales digieran su comida», explica.
Sorprendentemente, los hongos incluso permiten que las plantas se comuniquen entre sí. Las hebras delgadas de hongos micorrízicos conectan diferentes sistemas de raíces y permiten el intercambio de información y nutrientes, como una banda ancha de madera», grafica.
Chile, el «hotspot»
Hay pocos lugares mejores para estudiar estos organismos que Chile, que Furci describe como un «hotspot de hongos». El norte está cubierto por el desierto más seco del mundo fuera de los polos; las regiones centrales tienen un clima de estilo mediterráneo; y el sur está cubierto por selvas tropicales, glaciares, fiordos y tundra. Tiene una de las costas más largas del mundo y cadenas montañosas más grandes, así como varias islas subtropicales.
«La diversidad de estos ecosistemas se traduce directamente en la diversidad de los hongos», dice. «Cada vez que entro al campo encuentro nuevas especies. Es una mina de oro. En una hora puedo recolectar más de 100 especies de hongos sin caminar más de 30 metros. Existe consenso en la comunidad micológica de que solo sabemos entre el 5% y el 10 % de las especies de hongos en la Tierra».
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