Centroizquierda y gran ausentismo, las claves electorales
Comicios
El pacto de Unidad Constituyente (izquierda y centro) obtuvo el poder sobre la capital, en la que el candidato Claudio Orrego se impuso por un 52,6 % de los votos, y se quedó con 10 de las 16 regiones del país, ocho de ellas obtenidas en ballotage y dos en primera vuelta.
Se trata de la primera vez en la historia que Chile elige a sus autoridades intermedias, antes eran nombradas a dedo por el Gobierno, por lo que se consideran unas elecciones cruciales hacia la descentralización del país.
“Asumimos este triunfo con mucha humildad y con un tremendo sentido de responsabilidad. Levantar a la Región Metropolitana después de la pandemia va a ser una tarea muy difícil”, afirmó Orrego, que batió en la capital a Karina Oliva, del Frente Amplio (FA), una izquierda más radical.
La derecha gobernante fue la gran perdedora: su apuesta para Santiago quedó descartada por mucho en primera vuelta y solo logró en ballotage imponerse en la región de la Araucanía, en el centro del país, conocida por ser una zona de conflicto entre las autoridades y los pueblos indígenas.
Fueron solo 2,5 de los 13 millones de personas convocadas las que acudieron a las urnas para elegir a los gobernadores de 13 de las 16 regiones del país y los resultados se leyeron con el ojo en las elecciones presidenciales del próximo 21 de noviembre.
Orrego, que gobernará para más de un tercio de la población del país, podría inclinar el eje de la oposición hacia la izquierda más tradicional e impulsar a un aspirante más moderado, mientras que Oliva hubiera elevado las candidaturas más radicales la de Daniel Jadue, de Partido Comunista.