Paz Errázuriz, el fotógrafo que capturó lo que Pinochet quiso esconder. Expone en Londres y es una celebración para quien documentó la parte más vulnerable de la sociedad chilena en la dictadura. «Fui testigo de todo. A través de la fotografía perpetué su rebelión», comenta. Desafió al régimen de Pinochet capturando a las comunidades marginadas de Chile. A pesar de una carrera de casi cuatro décadas, el fotógrafo chileno ha comenzado recientemente a aceptar la etiqueta de artista.
«Cuando comencé a tomar fotos en Chile en los años 70 la fotografía no tenía el estatus que tiene ahora», dice, durante la inauguración de su muestra en la Barbican Art Gallery’s, Another Kind of Life: Photography on the Margins. «No era realmente parte del mundo del arte. Y nunca usé la palabra artista para describirme a mí mismo».
Errázuriz y su familia
Como tal, en lugar de estar interesado en el valor estrictamente estético de la fotografía, el creador de imágenes autodidacta se sintió atraído por el potencial documental, transgresivo y político de su medio, que continuamente utilizaba como un portal a los rincones oscuros de la parte marginal de la sociedad.
Nacido en una familia conservadora y católica de Santiago, Errázuriz alimentaba un profundo deseo de escapismo. Fascinación por los estilos de vida y las comunidades de personas cuya mera existencia era un acto radical de desobediencia al status quo.
«Siempre estuve interesado en explorar la identidad, especialmente en el contexto de una sociedad homogeneizada», explica. «Al mirar las identidades de los demás, comencé a descubrir la mía».
Tras el golpe de Estado de Chile en 1973, que estableció la dictadura de Augusto Pinochet, la fotografía se convirtió en algo más que interés personal. Errázuriz la convirtió en un medio de resistencia política. «Empecé a trabajar en la calle como fotoperiodista. Así pude ver el submundo de comunidades alternativas y marginadas», recuerda. «Trabajé mucho en la prostitución femenina, de la que no sabía nada. Era un área increíblemente tabú. El sexo era una palabra prohibida».
Registro de minorías sexuales
Fue el mundo de la prostitución lo que lo condujo al encuentro de las personas más cercanas a su corazón y más influyentes en su trabajo: las comunidades transgénero y travestis.
Documentando uno de los momentos más oscuros y difíciles en la reciente historia política y sexual de Chile bajo el brutal autoritarismo del régimen de Pinochet, la poderosa serie de Errázuriz, La Manzana de Adán, es una de sus obras más memorables hasta la fecha.
Rodado en la década de 1980 en el transcurso de cuatro años, se centra en las vidas de Pilar, Evelyn y Mercedes, miembros de una comunidad de trabajadoras sexuales travestis en los burdeles La Jaula y La Palmera, en Santiago. «Vivir con ellos durante tantos años fue la mejor educación que pude haber pedido», afirma el fotógrafo. «Aprendí mucho sobre el amor, la comunidad y encontré una familia que desearía haber siempre la mía».