Piñera ya es el flamante inquilino del Palacio La Moneda. Asumió la presidencia de Chile. Por segunda vez Y uno de los diarios más prestigiosos del mundo, The New York Times, analiza los retos de su nueva gestión al frente de Chile. Los retos y logros que Piñera hereda de Bachelet, en sus palabras, según Ernesto Londoño.
«Es la tercera vez, en los últimos doce años, que dos destacadas figuras políticas de Chile se intercambian los poderes presidenciales. En parte, eso sucedió porque las leyes de ese país no permiten la reelección consecutiva.
«La líder socialista Michelle Bachelet hizo historia en 2006 al convertirse en la primera mujer en ser elegida para ejercer la presidencia en Chile. Pero cuatro años después, los votantes cambiaron de dirección política y escogieron al empresario multimillonario Sebastián Piñera.
«Bachelet volvió a gobernar en 2014 y Piñera ganó las elecciones presidenciales del año pasado, por lo que su nuevo mandato comienza este domingo.
«La salida de Bachelet también marca el fin de una era de empoderamiento político de las mujeres en América Latina y consolida un giro hacia la derecha en la región.
«En 2014, cuando asumió el cargo por segunda vez, Argentina y Brasil estaban gobernados por mujeres de izquierda: Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff.
«Después de este 11 de marzo, todos los países del continente serán liderados por hombres».
En una entrevista en el Palacio de la Moneda, a una semana del fin de su mandato, Bachelet dijo que estaba orgullosa de su legado. “No hemos hecho todo lo que hemos querido ni todo salió perfecto”, admitió. “Pero la verdad es que hemos hecho más de lo que muchos creían posible”.
Es el fin de una era transformadora en Chile, un país con alrededor de 18 millones de habitantes, aunque muchos dudan sobre la viabilidad a largo plazo de varios de los cambios promovidos por Bachelet para impulsar derechos civiles o el acceso a la educación terciaria.
“Creo que hubo muchos avances para las mujeres durante sus dos gobiernos”, dijo Alicia Moreno, trabajadora social de 47 años. “Pero le faltó fuerza para las grandes reformas que todos esperábamos”.
En 2006, la primera elección de Bachelet fue un hito que la convirtió en icono global del empoderamiento femenino (después fue la primera directora de ONU Mujeres), un estatus que la ayudó a ganar duras victorias el año pasado.
La elección de Piñera en 2010 también allanó caminos, pues fue el primer líder conservador que ganaba una votación desde el regreso de Chile a la democracia en 1990, después de diecisiete años de una dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet.
En este punto de inflexión política —según sugieren las entrevistas con la mandataria saliente y el presidente electo que regresa a La Moneda— hay varios temas en los que ambos están de acuerdo. Dicen que el país debe seguir impulsando el libre comercio. Los dos quieren fortalecer los vínculos con China, el principal socio comercial chileno, y han rechazado las advertencias hechas desde Washington de que Pekín se quiere consolidar como un poder colonial o explotador en América Latina.
Los dos líderes reafirman que Chile debe transformarse en un fuerza motriz de energías renovables y verdes y convertirse en un líder global del combate al cambio climático. Y ambos creen que Chile debe seguir siendo un país que acepta migrantes, incluso en momentos en que la llegada de personas desde Haití y Venezuela han despertado cuestionamientos sobre la capacidad de la nación para recibir a tanta gente.
Visiones distintas entre el actual y la ex presidenta
Sin embargo, hay muchos temas en los que no están de acuerdo. El primero de ellos es el legado de Bachelet: una reforma tributaria ambiciosa, cambios a las leyes laborales y a la educación pública. Piñera argumenta que Bachelet se extralimitó y que, a su parecer, la manera de gobernar de su antecesora partía de una lógica equivocada de que la nación requería una “retroexcavadora que pasara por encima destruyendo todo”.
Por su lado, la ex presidenta dice que dejó el cargo después de haber cumplido con la nación. “Este país cambió”, dijo Bachelet. “La gente está mucho más empoderada y la clase media también está mucho más consciente de sus derechos y de sus necesidades”. Aunque también reconoció que “cada vez más, las instituciones políticas son vistas con un mayor nivel de desconfianza y con mayores deficiencias”.
Durante su último mandato de cuatro años, la red eléctrica de Chile fue transformada para que una nación con pocos combustibles fósiles dejara de depender tanto de hidrocarburos con la construcción de un sistema cada vez mayor de producción solar y eólica que ha logrado que la electricidad sea más limpia y barata.
Su gobierno también creó varias áreas marinas protegidas y una amplia red de parques naciones en la región de la Patagonia que protegerán a buena parte de las costas y bosques del país.
A Bachelet le dan crédito por haber fortalecido las protecciones a los consumidores, a los trabajadores y por aprobar una reforma electoral que volvió más inclusivo al sistema político chileno con el rompimiento del bipartidismo y el aumento en la participación de mujeres. El cambio electoral también puso límites a la influencia de los fondos del sector privado en las campañas.
Su victoria legislativa más duradera quizá sea lograr que un congreso muy dividido respaldara la despenalización del aborto en ciertos casos. Beatriz Sánchez, política del Frente Amplio que quedó en tercer lugar en la primera vuelta de la elección presidencial, dijo que con “el correr del tiempo” quedarán claros los efectos de los cambios impulsados por Bachelet.
“Para mí, su mayor logro está en haber propuesto, muy convencida, una agenda de cambios reales. Y eso lo que hizo fue cambiar la conversación en Chile, sobre una sociedad de derechos y no solo de mercado”, dijo Sánchez, cuyo partido está más a la izquierda que la coalición con la que gobernó Bachelet.
Aunque Piñera asegura que mucho de lo hecho por su predecesora “no es un buen resultado” para Chile.
Buenas intenciones
“No pongo en duda las buenas intenciones de la presidenta Bachelet”, dijo durante una entrevista en su oficina en Santiago. “Pero usted sabe que el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”.
Entre los cambios más polémicos en la gestión de Bachelet está su fomento para expandir el acceso a la educación universitaria gratuita por medio de programas que le dan cobertura a unos 340.000 estudiantes. La iniciativa fue costeada con mayores impuestos para las empresas, que Piñera y otros críticos dicen que terminaron por alejar a inversionistas.
Piñera dice que, pese a que fue una meta loable, la reforma educacional no es sostenible en parte porque “no se preocupó de lo más importante, que es la calidad de la educación”.
Fue difícil financiar ese programa y otros ante un desaceleramiento económico atizado por la caída del precio mundial del cobre, la principal exportación chilena. En 2017, el déficit fiscal del país superó los 8000 millones de dólares, alrededor del 2,8 por ciento de su producto interno bruto; un nivel que Piñera tildó de irresponsable.
Cuando Piñera, de 68 años, se postuló por segunda ocasión, se volvió viral una grabación de él en un mitin en el que bromea sobre la violación. Eso no lo afectó tanto; en diciembre derrotó con bastante holgura al candidato favorecido por Bachelet, el senador y ex periodista de izquierda Alejandro Guillier, con un mensaje que exaltaba sus capacidades para lograr que despegue la economía.
Piñera asegura que reducirá los “cuellos de botella” burocráticos, buscará inversionistas extranjeros de una manera más agresiva que su antecesora y promoverá la unidad en cuanto a la política económica dentro de un congreso considerablemente fragmentado y con tendencia a la izquierda. “No va a ser fácil”, dijo. “Primero se requiere recuperar la confianza en el país, y eso requiere también una actitud de buscar la unidad entre los chilenos”.
Indicó que el crecimiento económico del país seguirá dependiendo considerablemente de la relación robusta con China, que desplazó a Estados Unidos como el principal socio comercial desde 2010.
“La relación de Chile con China creo que ha sido una buena relación. Se está extendiendo, no solamente al área comercial, sino también al área de inversiones. Y a la colaboración en materia de ciencia y tecnología, de medioambiente, y de muchos otros frentes”, dijo Piñera.
“China ha ido ganando presencia en América Latina, en parte porque así lo ha buscado, y en parte porque Estados Unidos se ha estado retirando”, añadió.
Chile y su mala relación con EE.UU.
Piñera dijo que estaba decepcionado con el gobierno de Donald Trump porque no ha tenido una política diplomática coherente hacia América Latina, pese a sus advertencias que la región se acerca demasiado a Pekín.
“Hemos visto señales: la construcción de un muro en la frontera con México, la deportación de migrantes, el proteccionismo”, dijo. “Pero una política clara, que nos permita evaluar la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina, todavía no está sobre la mesa”.
En una muestra de lo confuso que ha sido el enfoque del gobierno de Trump, Piñera comentó que en una conversación que sostuvo con el presidente estadounidense después de la elección del año pasado este se sorprendió cuando le dijo que Estados Unidos tenía un superávit comercial con Chile.
Sin embargo, es muy poco probable que la política exterior sea de los temas más complejos para Piñera en este nuevo mandato, sobre todo dada la diversidad política en el congreso. Ante la posibilidad de enfrentarse a una oposición política fuerte, Piñera ha prometido que será un moderado que logre fomentar el diálogo.
“Quiero remplazar la perversa lógica de la retroexcavadora que pasa destruyendo por la sabia cultura del diálogo, de los acuerdos, de la colaboración”, indicó.
Piñera ya extendió una mano amiga en cuanto a una iniciativa que Bachelet no pudo consolidar al prometer apoyar una propuesta de ley de identidad de género para que las personas trans puedan actualizar sus nombres y géneros en documentos legales.
Sin embargo, mantiene su oposición a la legalización del matrimonio igualitario con el argumento de que se trata de “situaciones que son diferentes” y que no deben “necesariamente tratarse de igual forma, con las mismas medidas”.
Sánchez, la candidata del Frente Amplio, dijo que mientras el presidente busca acelerar el crecimiento económico, los chilenos estarán monitoreando de cerca para ver si la distribución de la riqueza es equitativa.
“Si buscan mantener las cosas tal como están, donde la acumulación de la riqueza crece y está hiperconcentrada en poquitas manos, mientras los sueldos de la mayoría apenas cubren los gastos elementales, no le será fácil buscar acuerdos en el parlamento”, recalcó Sánchez.
Los estudiantes universitarios, que realizaron protestas masivas durante el primer mandato de Piñera, también podrían volverse una molestia constante si reduce los subsidios educativos establecidos por Bachelet.
“Piñera promete más trabajo y crecimiento pero como en su primer gobierno va a gobernar para los ricos y los empresarios”, acusó Pablo Vilches, estudiante de 22 años.