Sebastián Lelio ganó el Oscar por su película «Una mujer fantástica». Chile se sitúa en los primeros planos del cine mundial. Y Sebastián Lelio es, sin duda, el nuevo héroe del país. De cualquier modo es una película polémica, lo que ofrece mayores aristas para el debate.
Lelio cree que su película es “un acto de amor cinematográfico”. Refleja la lucha de una mujer transgénero que ha de enfrentarse de forma estoica a los prejuicios y violencia de la sociedad, cuando su pareja –20 años mayor que ella- fallece de manera repentina.
Marina enfrentará la pérdida de su pareja pero, sobre todo, los prejuicios de los investigadores, la vergüenza de los hijos de esta y la furia de la ex-esposa, que no entienden que su padre y ex-marido haya podido enamorarse de una joven transexual de origen humilde.
La película “tiene que ver con los límites de la empatía, lo que estamos dispuestos a permitir del otro, quién se arroga la autoridad para determinar que existen personas ilegítimas o amores ilegítimos, quién traza la línea, con qué autoridad”, explicó Leilo.
La actriz Vega, ponderada por su interpretación, dijo antes de saber el resultado: “No venimos a pedir permiso para ser quiénes somos, seamos trans o no. Sencillamente somos como somos”. La película ya es una revolución social, Simboliza la tensión entre dos Chiles, uno que alaba a la Vega que aparece en todas las portadas de las revistas nacionales y extranjeras, y el otro el que la insultaría al verla pasear por la calle si no fuera una actriz reconocida.
La cinta ya es un hito histórico para el mapa cultural del Chile. Y es un punto de quiebre, de tensión, en la sociedad chilena. «Una sociedad que aunque se declara laica es bastante conservadora, piensa que todavía tiene una capilla en el palacio de gobierno, y que hace dos Te Deum, dos misas, previo a las fiestas nacionales y para los cambios de mando. Entonces tan tan progres no somos”, explicó el académico de la Escuela de Cine de la Universidad Mayor Jorge David.