Trabajadores del cobre, el rostro humano del mercado en clima de revuelta. Crecen los conflictos laborales mientras vence el plazo del gobierno para dirimir las paritarias. Mientras, la cotización del cobre tambalea.
Trabajadores del cobre
El principal sindicato en la mina Caserones amenaza con retirarse del trabajo si la mediación del gobierno no logra generar un avance en las conversaciones estancadas.
Sindicatos en Escondida rechazaron una oferta sobre un nuevo contrato laboral, lo que eleva la perspectiva de una nueva huelga después de la histórica de 44 días del año pasado en la mina de cobre más grande del mundo.
Mientras tanto, los trabajadores de la división Chuquicamata de la cuprífera estatal chilena Codelco, protagonizaron protestas la semana pasada en una prolongada disputa sobre los planes de reestructuración.
Nada de eso ayudó al precio del cobre, que el lunes por la mañana cayó aún más en su cotización por tonelada, al borde del precipicio técnico.
El metal trimestral de la Bolsa de Metales de Londres cerró el lunes, bajando un 1,2 por ciento su valor.
Al parecer, Copper está mucho más preocupado por el posible golpe a la demanda resultante de la creciente disputa comercial entre los Estados Unidos y China.
¿Pero está exagerando la amenaza?
Los grandes jugadores del cobre llegaron al 2018 con grandes expectativas de interrupción del suministro por múltiples contratos laborales que expiran en algunas de las minas más grandes del mundo.
La primera mitad del año, sin embargo, trajo consigo una interrupción nula de conflictos laborales.
La producción mundial de la mina de cobre creció un 6 por ciento en enero-abril, según el International Copper Study Group. Esto, según los estándares de cobre, es un rendimiento de suministro notablemente fuerte.
Entonces, uno pensaría que habría una reacción alcista en los precios de las actuales disputas chilenas que cubren alrededor de 1,4 millones de toneladas de capacidad de producción anual.
Pero el flujo de noticias de la semana pasada no hizo más que pausar una venta masiva que comenzó a mediados de junio y que ha visto al cobre desplomarse un 18 por ciento.
El metal físico sigue fluyendo rápidamente hacia China, el comprador más grande del mundo. Las importaciones de cobre en bruto en junio aumentaron un 15 por ciento en junio de 2017, mientras que las importaciones acumuladas de la primera mitad de 2018 aumentaron más del 16 por ciento.
En otras ocasiones, esto equivaldría a un potente cóctel alcista. En este momento, sin embargo, nada de eso parece contar. Lo que está moviendo el precio del cobre hacia abajo es la amenaza de una desaceleración económica futura como resultado de la escalada de las tensiones comerciales.
La administración de Trump puede haber marcado su distanciamiento con la Unión Europea, al menos por ahora, pero está aumentando la presión sobre China.
Estados Unidos y China aplicaron aranceles por valor de 34 mil millones de dólares en los bienes de cada uno en julio, con aranceles sobre otros 16 mil millones de comercio.
El presidente Donald Trump tuitea que los aranceles de importación a los productos chinos «funcionan mucho mejor de lo que nadie había previsto». Los medios oficiales chinos responden acusando a Trump de protagonizar su propio «engañoso drama de extorsión y chantaje al estilo de un luchador callejero».
El dólar ha subido, el yuan está caído y el cobre está advirtiendo que esto podría terminar muy mal.