Venezuela, elección presidencial irregular. Contra todo pronósticos Venezuela asiste a elección presidencial pero con una democracia frágil y mecanismos electorales sospechados. Opinión.
Venezuela elección presidencial
Por Alexandra Panzarelli (*)
Durante mis muchos años como expatriada de Venezuela he profundizado en la notable conexión entre un líder autoritario y populista, Hugo Chávez, y su pueblo después de su intento de golpe de Estado en 1992.
¿Cómo se puede explicar tanta devoción a un líder cuya violencia y corrupción asolaron un país, desencadenaron una crisis migratoria sin precedentes y saquearon el futuro de la nación?
Durante mucho tiempo, creí que toda esperanza estaba perdida. No había forma de librar al país de esta dictadura agobiante y mucho menos desenterrar un nuevo héroe en una nación tan comprensiblemente desilusionada y desconfiada de sus líderes.
Observé con mucho escepticismo el surgimiento del liderazgo de María Corina Machado, sin imaginarme jamás que ella sería capaz de impulsar un movimiento tan extraordinario.
Hoy, a pocas horas de este momento crucial de la historia, siento muchas emociones al pensar en mis familiares y seres queridos atrapados en esta lucha. No puedo evitar reflexionar sobre los logros significativos de Machado y González Urrutia. Han tomado corazones rotos por el hambre y la violencia y han forjado lo impensable: la promesa de esperanza para el futuro de Venezuela.
Contra todo pronóstico, ha surgido un nuevo movimiento que, a pesar de las diferencias ideológicas y las disparidades sociales, ha unido a millones de venezolanos. Su objetivo es escapar de décadas de degradación y avanzar y reconstruir con la promesa de libertad e igualdad.
Oposición venezolana
Desde la distancia, el aspecto más notable de este movimiento es la fraternidad que ha generado. Las diferencias políticas entre la oposición (una coalición notablemente diversa que abarca un amplio espectro ideológico) se han dejado de lado en apoyo a la candidatura González-Urrutia.
La diáspora venezolana, que refleja esa misma diversidad, parece igualmente comprometida y animada. Este renovado sentido de unidad y orgullo simplemente no tiene precedentes. Lo comparto con gran reverencia, habiendo sido parte de la oposición desde el inicio del “chavismo”.
Esta promesa de un nuevo liderazgo, presentada por una mujer valiente y contra todo pronóstico, ofrece esperanza a muchos venezolanos que buscan reunirse con sus seres queridos. Casi ocho millones de nosotros somos refugiados dispersos por todo el mundo: abuelos, padres e hijos que esperan el día en que podamos regresar a nuestra patria.
Ha sido una década agotadora durante la cual muchos venezolanos han enfrentado los horrores de la migración forzada, el asesinato, la violación y la marginación global como ciudadanos de segunda clase.
Ahora, nos despertamos con la esperanza de regresar a la tierra donde nuestros padres y abuelos alguna vez prosperaron. Somos parte de un movimiento: unificado, movilizado y ansioso por el cambio. Esta vez, la promesa no se basa en un caudillismo hueco; Más bien, surge de la visión de una sociedad civil comprometida con la reconstrucción de esta tierra llena de cicatrices y con la salida de la larga pesadilla del comunismo obsoleto.
Venezuela futuro
¿Quién sabe qué nos deparará este domingo? O triunfamos y avanzamos o nos enfrentamos a lo impensable: un régimen aún más represivo. Sea como fuere, está claro que este nuevo movimiento apenas está en sus inicios. El país ha despertado a la posibilidad de una reforma real, inspirada y liderada por una mujer que no vaciló cuando tantas otras lo hicieron antes que ella.
Contra todo pronóstico, este domingo marcará el comienzo de una nueva promesa para Venezuela, el resultado de un anhelo que se ha ido gestando durante décadas. Para los millones de venezolanos como yo que no pueden votar, habrá movilizaciones masivas. A pesar de la distancia, nuestros corazones siguen con el país que nos ha dado tanto a lo largo de los años. El momento de regresar y reconstruir finalmente está a la vista.
Por último, el escepticismo que sentí en su día hacia Machado y este movimiento no lo compartían quienes creen en el poder del pueblo, quienes han aprendido de Václav Havel, Nelson Mandela y las víctimas de la dictadura chilena que en su día emitieron su voto con la esperanza de dejar atrás el despotismo.
Más allá de las elecciones de este domingo, hay una lección inestimable que aprender en Caracas.
(*) Alexandra Panzarelli es candidata a doctora en The New School, enseña en el Marymount Manhattan College y en la Yeshiva University, y escribe sobre política venezolana. Es una politóloga venezolana radicada en Estados Unidos.