Ricardo Chaneton, chef venezolano en Hong Kong gana estrella Michelin. Sabores familiares para los latinoamericanos del chef Ricardo Chaneton le ha valido a su restaurante de Hong Kong una estrella Michelin.
Ricardo Chaneton chef Michelin
Arepas, tacos y una vieja receta familiar de chimichurri: la sinfonía de sabores familiares para los latinoamericanos de Ricardo Chaneton le ha valido a su restaurante de Hong Kong una codiciada estrella Michelin, la primera otorgada a un chef venezolano.
Para Chaneton, quien durante tanto tiempo fue conocido por la cocina francesa, obtener la estrella dos años después de la apertura de su restaurante Mono es una fuente de gran orgullo, así como un «muy buen peso» de responsabilidad.
«De ese lado del mundo, todo el mundo nos está mirando. El hecho de ser el primer venezolano en tener una estrella Michelin hace que la gente ponga los ojos en ti», dijo el chef de 34 años.
“Pero les digo que no se preocupen porque estamos representando a nuestro continente y a nuestros países de la mejor manera que podemos”.
Ubicado en el exclusivo distrito central de Hong Kong, Mono ya recibió la aprobación de toda la región: en 2021, estuvo entre los 50 mejores restaurantes de Asia, la primera aparición de este tipo para un restaurante latinoamericano.
Inicialmente se anunció como «francés contemporáneo» debido a la experiencia de Chaneton en Mirazur, el famoso restaurante de la Riviera francesa votado como el mejor del mundo en 2019.
Mono
Pero un mes después de la apertura de Mono, los comensales ya llamaban a su restaurante latinoamericano, dijo.
“Eso es lo que queríamos. Ese elemento francés siempre estará ahí, pero yo nací en Venezuela, abuela colombiana, abuelo argentino, y así le puse mi propio sabor”, dijo el caraqueño.
Se pueden escuchar diferentes acentos del español hablado desde la cocina abierta de Chaneton (su personal proviene de Venezuela, México, Guatemala y Brasil) y sus platos son un testimonio de los diversos gustos de la región.
En el menú de Chaneton hay una paloma Racan francesa fusionada con chimichurri y jícama, un tubérculo común en la cocina sudamericana, y un filete de rodaballo salvaje de Bretaña que adquiere su color amarillo vivo gracias al aceite de achiote, popular en los platos latinos y asiáticos.
Los acompañamientos también recuerdan a la comida callejera familiar para los venezolanos o los mexicanos, como las hallaquitas de maíz fresco, que son como los tamales venezolanos, o las arepas rellenas de langosta y carne de res cocida a fuego lento.
“No queremos hacer una cocina 100 por ciento tradicional, sino que se base en nuestra percepción y nuestra interpretación de la nostalgia y el sabor de los recuerdos”, dijo el chef.
